31/5/17

Dónde estarán... Traverso, El Cordobés y EL Noy... (3a. Parte)

Por Víctor Di Santo

EL PARDO AUGUSTO

AUGUSTO o AGUSTÍN DÍAZ (a) "El Pardo Augusto". Le tenemos registrada su primera entrada el 30 de agosto de 1877, en la comisaría 20a. por cargar armas, donde declara tener 18 años de edad.

- El 20 de octubre de 1878 es detenido en la comisaría 13a. sospechado de hurto. El 23 de marzo de 1895, la comisaría 5a. solicita su captura acusado de hurto en un tranvía y da la siguiente filiación: argentino, de 27 años, alto, delgado, pardo, pelo mota, bigotes negro, ojos pardo, viste traje gris oscuro, corbata azul marino y sombrero pamela negro. Es detenido el día 26 por la causa anterior y en su filiación se agrega: casado, tipógrafo y se domicilia en Lavalle 353.
- El 24 de marzo de 1897 asaltó a don Luis Ochoa en la calle Caracas de Flores y le infirió con un cuchillo un tajo en la cara. La policía estimó se trataba de una venganza.
- El 25 de febrero de 1898 es detenido por la comisaría 9a. acusado de atentar con armas contra un agente.
- En la orden del día del 23 de enero de 1899, el juez de feria, doctor Luis Peyret, ordena la libertad del procesado Augusto Díaz.
- El 5 de setiembre de 1899 es detenido por la comisaría 17a. acusado de hurto y declara domiciliarse en San Salva­dor 90.
- El último hecho delictivo que le tenemos registrado, lo tomamos de "La Nación" del martes 21 de noviembre de 1899 y por creerlo interesante lo copiamos en su totalidad:

"Captura: Hace algunos días dimos la noticia que un atrevido raspa, merodeando por los mostradores del Banco Británico de la América del Sud, después que un comerciante había efectuado un depósito de dinero por valor de 5.000 pesos y un cheque por 49.000, con todo atrevimiento han levantado la ventanilla, llevándose el dinero y los cheques. El raspa fue visto y capturado, pero nada se le halló. La comisaría de investigaciones no perdió de vista el hecho y ayer capturó a Agustín Díaz (a) "El Pardo Augusto", que se cree sea cómplice en el robo. Esta captura estaba recomendada por el juez de instrucción".

Después de este "trabajito" no hemos hallado nunca más su nombre; o bien pasó a mejor vida o se retiró a disfrutar de los suculentos "bataraces" que le tocó en el reparto.

FLORES

ISABELINO FLORES (a) "Cartucho". La primera entrada se la tenemos registrada el 11 de diciembre de 1881 a los catorce años de edad, por robar una bolsa de lana de los carros del Mercado Constitución.
- El 1° de enero de 1883 es detenido en la comisaría 10a. por robar tres pañuelos de cuello. Al ser interrogado declara ser hijo de Máxima Flores y vivir en la calle del ramal del ferrocarril de la basura (antes Soria y actualmente Sánchez de Loria) entre Venezuela y México.
- El 6 de mayo de 1885, pelea a cuchillo con Arturo Pizarro, otro L.C. de largo historial, en la calle Córdoba entre Maipú y Esmeralda, resultando Pizarro con un hachazo en la cabeza y dos heridas en el brazo.
- El 26 de setiembre de 1887, en el cafetín de Talcahuano esquina Paraguay, agredió junto a otros a un sargento 2° de la comisaría 15a. haciendo uso de un rebenque.
- El 6 de setiembre de 1892, en la esquina de Viamonte y Cerrito, se tomó a golpe de puños con Antonio Macías, provocándole lesiones.
- El 25 de octubre de 1896, en el almacén de Charcas y Bustamante, hiere de una puñalada en el costado izquierdo, al vigilante de la comisaría 1a. Luis B. Mendoza.
- En la Orden del Día del 12 de julio de 1902, se pide su captura acusado de lesiones a Inocencio Martínez y se da su filiación: Argentino, de 35 años, blanco, bajo, grueso, pelo negro, bigote ídem, vestía traje de saco color gris, sombrero chambergo negro y calzaba botines de cabritilla enterizos.
- Esta registrado en la comisaría de investigaciones como L.C. y retratado con el número 13. Esta numeración data de 1887, cuando era comisario de pesquisas José S. Alvarez,  y publicó la "Galería de Ladrones" que contenía 200 fotografías, filiación, antecedentes y "especialidad" de los más conocidos delincuentes de la capital ("Fray Mocho" (16/10/1886 - 3/8/1887).

En nuestro fichero, aparte de las transcriptas, le tenemos anotadas 30 causas entre lesiones, portar armas, desorden, robo con fractura, estafa, hurto y desacato, además de 32 infracciones por ebriedad.

El último registro que le anotamos es del 3 de enero de 1918, cuando es encontrado herido de una puñalada en el costado izquierdo del pecho en la esquina de Belgrano y Azopardo por personal de la comisaría 22a. Al ser interro­gado manifestó que fue lesionado por un desconocido, pe­ro al día siguiente se presentó en la comisaría 19a. su concubina, declarando que su heridor era Pablo Ratti (a) "Chiquito". Puesto en conocimiento de Flores, éste mantu­vo su declaración anterior. "El hombre para ser hombre, no debe ser batidor".

EL MOROCHO ALDAO

De este personaje no hemos hallado ninguna constancia legal, solo una mención hecha por Tito Lusiardo, quien en lugar del "morocho", lo menciona "el machito".

Al comenzar esta nota aclarábamos lo riesgoso de las tradiciones orales, en cuanto a nombres, fechas y sucedidos. Creemos que se trata de la misma persona, de no ser así el recuerdo vale ser comentado, no solo por lo simpático sino por tener relación con Carlos Gardel, tan caro a nuestros sentimientos. La anécdota fue rescatada de la desaparecida revista "Cantando" N° 170 del 5 de julio de 1960 y en ella Lu­siardo refiere:

"Una noche en el café que estaba al lado del teatro 'Olimpo', en la calle Pueyrredón, la 'cana' había arrasado con todos. Entre ellos se encontraba el 'machito' Aldao, uno que por una corajeada había pasado algunos años entre rejas". Cuando llegó Carlos se lamentaban todos, - "Lo van a hundir para siempre, ya le hablan dicho que no lo querían ver por aquí". ''- Vamos a la comisaría", dijo Carlos y para allá rumbeó con su guitarra.

- "Es un buen muchacho, comisario"-, - "será bueno para vos, que llevás guitarra para hacer llorar a las mujeres"-, - "y a los hombres, comisario"-, :- ''está bien, cantá y si me hacés llorar a mí te lo largo".

El "morocho" cantó tres, cuatro, cinco tangos, hasta que llegó "Pobre mi madre querida" y el comisario salió sin decir nada. Poco después apareció un sargento con Aldao: - "dice el comisario que lo perdone, tiene mucho que hacer".

Este trabajo evocativo no tuvo otra pretensión que presentar a quienes estaba dedicada la nota, no como mito imaginario, sino como hombres de carne y hueso; con defectos y errores, sobrellevando cada uno de ellos la pesada cruz de su destino. Por otra parte, demostrar que todos los personajes del tango no son creación literaria y, si bien los nombrados no fueron más que ladrones o malevos, tuvieron la gloria de vencer el tiempo y el olvido gracias a la letra de un tango.

Quienes se avergüenzan de los orígenes de nuestra música popular, serán víctimas de su propia vergüenza. El tango nació como nació: entre prostitutas y rufianes, ladrones y malevos, en un mugroso conventillo, un sórdido café o un patio lupanario; qué más da, es nuestro y tal como fue lo queremos y como le hacemos un "pito catalán" a los prejuicios, nos confesamos hoy y aquí, enamorados Y­ orgullosos de nuestro tango.

(Publicado en la Revista "Club de Tango" – N° 18, Marzo/Abril de 1966)

30/5/17

Dónde estarán... Traverso, El Cordobés y El Noy... (2a. Parte)

EL NOY

JUAN DAGUERRE o SALVADOR VIGNOLO o CAYETANO LAURO (a) "Noy", es quizás el más mentado de los personajes recordados por Cadícamo.

Prontuariado como L.C. desde su primera juventud, tenía el don natural de la simpatía con la cual se granjeaba incondicionales amistades, aún de aquellos que pertene­cían a un nivel social superior al suyo.

Para ratificar nuestro juicio transcribimos un fragmento del comentario periodístico del diario católico "El Pueblo" a su muerte:

"Era Noy un joven de figura simpática y gallarda apostura y aunque su instrucción no era muy esmerada, su conversación resultaba agradable y variada. Era considerado como uno de los más hábiles ladrones de la Capital. En la policía ha tenido numerosas entradas por robos y hurtos, de los cuales pueden contarse con los dedos aquellas que se le han podido probar. Tanto como tenía de inteligente y audaz, tenía de valeroso y así es como se vieron varias veces en serio aprieto aquellos que tenían orden de aprehenderlo, cuando el hecho por el que se lo procesaba temía que se le pudiera probar".

Por su parte el oficia! de servicio de la comisaría 7a., Federico A. Gutiérrez, que intervino en el hecho e hizo trasladar su cadáver a dicha dependencia, recordaba años más tarde, al ser exonerado de la policía por sus ideas anarquistas, en un folleto titulado "Noticias de Policía", lo siguiente:

"Una noche de carnaval, hace tres años o tal vez cuatro, fue muerto en pelea un individuo valiente y bueno, que era ladrón como podía haber sido prócer, sencíllamente.

La patria exige de sus hombres que sean bravos; el heroísmo no es el talento, la laboriosidad o la honradez; el heroísmo es el valor de la garra y el hedor de la sangre. La patria habrá llegado a su excelsitud  cuando las hienas usen morrión y dragona de oro.
Ese prócer pues, tenía un cuchillo, complemento de su persona y diez o doce mujeres. Su cadáver se veló dos noches entre sollozos y se lo disputaron a lágrima vida y a puñetazo vivo también, infinidad de admiradores. Era  casi popular su alías "El Noy", como temible su cuchillo de pendenciero".

Su historial delictivo comienza a los 15 años, recién llegado de Montevideo, teniendo registradas entre octubre y diciembre de 1892, 5 entradas por hurto. Compañero de andanzas y juego en su adolescencia fue Nicodemo Galin­dez (a) ''Tallista'', de su misma edad, quien años después se destacaría como payador, cantor y autor de temas populares, como "El canto de la selva" grabado por Carlos Gardel.

El 4 de setiembre de 1893 comete el único homicidio que se le conoce, hiriendo de una puñalada a Juan Ruatti en la esquina de Pavón y Santiago del Estero, por cuya causa fallece dos días después en el hospital Rawson. La víctima en el momento de ser socorrido por la policía, declaró que su victimario era un tal "Noy", cuyos otros nombres desconocía.

La policía tras largas investigaciones, lo sorprendió detenido el 21 de ese mes en el depósito de contraventores de 24 de Noviembre, donde había sido enviado por ebriedad de la sección 16ª, el día 16. Esa es la primera vez que aparece su apodo "Noy", vocablo familiar de origen catalán que significa "muchacho".

El 20 de julio de 1897, en el interior del prostíbulo de Rincón 1537, hirió de una puñalada en el muslo al sargento 1° de la sección 18a., José del Prato, que cumplía su recorrida. Sospechamos el motivo de la agresión en un asunto de polleras, ya que la concubina de "Noy", Elvira de Paoli, trabajaba en dicha casa.

El 4 de diciembre de 1900 el fiscal doctor Cano le solicita 3 años de prisión por robo, confirmando el 22 de julio de 1901 el juez del crimen doctor Eduardo French, a cumplir la pena solicitada por la fiscalía. Pero al parecer permane­ció en libertad, pues es detenido el 1° de agosto de ese año acusado de asalto y robo. En 10 que resta de 1901 le registramos 4 entradas por robo, 3 por disparo de anma de fuego y un sobreseimiento por lesiones.

El 11 de febrero de 1902 durante los festejos de carnaval, es protagonista de una audaz evasión junto a otros presos del cuadro 2. del Departamento de Policía. Aprovechando la algarabía producida por el corso instalado en la avenida Belgrano, se introdujeron por un agujero que había en el techo del calabozo, bajaron por una claraboya al patio del cuartel de bomberos y salieron por la puerta que daba a Belgrano en momentos que desfilaba una comparsa, mezclándose en ella.

Al día siguiente, luego de pernoctar en los alrededores de la quinta de Navarro Viola, en las cercanías de la avenida Caseros, se dirigieron junto con Domingo Chequi (a) "Jerguita", uno de los evadidos, a la ciudad de Pergamino donde a la semana fueron detenidos y trasladados a esta capital.

Para finalizar con su "foja de servicios" diremos que superan el medio centenar las entradas en la comisaría de investigaciones por delitos de distinta índole, aparte de las contravenciones por ebriedad, desorden, portación de armas y desacato. Una advertencia, sobre todo para los escribas que le inventaron y le siguen inventando hazañas de cuchillero: en tantos hechos comprobados, no le hallamos un solo duelo criollo, siempre pegó primero y preguntó después.

Su fama de pendenciero, sus hazañas de lunfardo y su crédito de guapo, se desdibujan ante el recuerdo de su muerte, fielmente preservada en la memoria del pueblo y lamentada en los versos simples pero sentidos de Andrés Cepeda, su leal amigo y L.C. de vida tumultuaria, cantados por décadas por la mayoría de los troveros populares.

En la madrugada del miércoles 25 de febrero de 1903, en pleno bullicio carnavalesco, a las 3.15 hs. "Noy" se encontró con Cayetano Osuna, quien iba acompañado de una mujer disfrazada de "Dominó", en la puerta del almacén de Lavalle 2100 esquina Junín, propiedad de Manuel Vidal. Antiguos resentimientos, por mujeres probablemente, pues esa era zona de prostíbulos y los dos tenían sus intereses en esa clase de "negocios", originó un violento cambio de palabras entre ellos.

El oficial Gutiérrez. en su folleto citado, dice que el origen de la discusión fue: -"una morocha que... Ay, mi Dios".

A una seña de "Noy" ambos se dirigieron por Lavalle hacia Ayacucho y al llegar frente a la cochería de Lavalle 2068, Osuna sacó su revólver y saltando a la calle hizo cinco disparos contra "Noy", a tiempo que éste desde la vereda disparó dos veces contra su agresor sin dar en el blanco.

El último disparo de Osuna dio en el tórax de "Noy", quien cayó sobre la vereda, pero levantándose y desenvainando un cuchillo que llevaba en la cintura corrió tras Osuna, que había emprendido la retirada e intentaba guarecerse en el prostíbulo de Lavalle 2068. "Noy" alcanzó a llegar al medio de lacalle de las esquinas de Lavalle y Junín, donde cayó muerto. La bala de Osuna le había atravesado el corazón.

En el revólver de "Noy" se hallaron dos cápsulas picadas y una sin servir, indicio que éste efectuó dos disparos, aparte de los otros dos con que repelió la agresión de Osuna, comprobado posteriormente por manchas de humo encontradas en su mano izquierda, pues era zurdo, como se demostró en las diligencias policiales. El proyectil que produjo su deceso, se introdujo en el sexto espacio intercostal, según informó el médico de policía doctor Malitón González.

Reconoció el cadáver el sujeto José Castro, también de malos antecedentes, domiciliado en Laprida 777, quien declaró ser primo y único pariente del extinto en este país. "Noy" en una causa por robo en setiembre de 1901, donde intervino la comisaría 16a., declaró que tenía un medio hermano por parte de madre llamado Eugenio Lampo, con domicilio en Paseo Colón al llegar a Humbeto 1°. La comisaría 14a. comisionada a verificar lo dicho por "Noy", informó que en ese paraje no se conocía a ninguna persona de ese nombre y apellido.

La verdadera filiación de "Noy", según constancia del certificado de defunción publicado en la sección inhumaciones del 26 de febrero, era Juan Mayaus o Mayano, oriental, de 26años, soltero, blanco, domiciliado en Viamonte 207.

De la documentación consultada surge que "Noy" provocó el lance y que el homicida hasta el instante de hacer armas quiso evitar la pelea. Esta conclusión está confirmada al haber en la comisaría 9a. una denuncia hecha por Osuna contra "Noy", de fecha 14 de febrero, es decir, 11 días antes del suceso, por amenazas de muerte, que la seccional policial desestimó por no ser habido el acusado.

Cayetano Osuna en el momento de cometer el homicidio, era argentino, de 29 años, trigueño, panadero, alfabeto y domiciliado en Ombú (Pasteur) 321, con los siguientes registros en la comisaría de investigaciones:

- 23 de noviembre de 1896, hiere de una puñalada por cuestiones de juego a Fabio Escobar en el café de Triunvirato 862.
- 6 de octubre de 1897, es detenido por la comisaría 1a en indagación por lesiones.
- 6 de enero de 1898, agrede a un vigilante con cuchillo.
- 9 de julio de 1898, es puesto en libertad por gracia presidencial, ante el juzgado del doctor Ernesto Madero.
- 16 de junio de 1899, lesiona a la prostituta Rosa Fernández, por negarse ésta a seguir viviendo en concubinato.
- 24 de mayo de 1902, es detenido por la comisaría 31a. por amenazar de muerte con un cuchillo a Mateo Correa, en su domicilio de Corrientes 4521.

Como vemos, Osuna no era ningún "nene de teta", por el contrario, hombre de armas llevar y de no andarse con chiquitas. Pese a ello y, lo reiteramos, hasta el último momento no quiso pelear con "Noy", pues respetaba o temía, no lo sabemos, al rival que debía enfrentar.

En los primeros meses de 1904 fue condenado en primera instancia a cumplir cuatro años de presidio, por homicidio con el atenuante de provocación. Apelada la sentencia, la Excelentísima Cámara de Apelaciones confirmó la anterior, rechazando por improcedente el recurso de revisión de la causa, conforme al dictamen del fiscal de la cámara Dr. L. Segovia, quien expuso que, si el crimen debía juzgarse en esos momentos con el arreglo a la ley 4.189, le correspondería como mínimo diez años de presidio. Esto ocurrió en 1905.

Como conclusión relataremos una nota tragicómica producida durante el velatorio de "Noy", realizado en la avenida San Juan 1780, frente mismo de la comisaría 18a. Es de imaginar que el gremio delictivo de Buenos Aires no podía estar ausente en la última cita de uno de sus más destacados miembros y el acto de presencia de los más conocidos L. C. de la metrópoli, fue casi masivo.

El personal policial de la citada comisaría, al observar el incesante desfile de sujetos de malos antecedentes penetrar al conventillo vecino, por precaución rodeó la cuadra y procedió a la detención de 20 individuos, todos con causas anteriores, escapando otras cuarenta por los fondos y viviendas linderas.

28/5/17

Dónde estarán... Traverso, El Cordobés y El Noy... (1a. Parte)

Por Víctor Di Santo

La evocación del Buenos Aires de principios de siglo y la intención de rescatar algún personaje popular de la época, no ofrece otra alternativa que hurgar en las amarillentas páginas de los periódicos o en los polvorosos legajos de los archivos, donde yacen abandonados por el tiempo y el olvido.
Quienes no practican este método, por lo fatigoso del trabajo, caen en el lugar común del "refrito", dando como cierto lo contado por algún memorioso, quien, apelando a su vez a historias oídas, pergeñó la figura de un malevo, comentando hazañas, anécdotas y entreveros, en las que siempre desempeñó papel principal.

Estas riesgosas tradiciones orales llegan a nuestros días totalmente deformadas en su contexto y alteradas por el decurso de los años, sin otro aval que la honestidad de quien las cuenta.

Las memorias del tango, al igual que la mayoría de los motivos populares, padecen esta enfermedad desde sus mismas raíces. La información precisa, la fecha exacta y la cita documentada son consignadas en rarísimas excepciones, dando motivo a tratar el mismo tema por diversos autores sin determinar la exactitud o fidelidad de lo que se trata. Por lo expuesto nuestra pregunta es:

 -"Dónde estarán Traverso, el Cordobés y el Noy,
el Pardo Augusto, Flores y el morocho Aldao".

como los recuerda Cadícamo en el tango "El cantor de Buenos Aires", con música de Juan Carlos Cobián.

Antes de entrar en la nota que nos ocupa, nos plantearemos un interrogante: ¿El ser mencionados en una letra de tango los habilita a ser partícipes de la historia del mismo? ¿Cuál fue el mérito para tal prerrogativa? ¿Tener cartel de guapo fue crédito suficiente?

Los personajes evocados en esta nota, por su ambiente y medios de vida, eran hombres de la noche y habitués de cafés cantantes, cafetines cercanos a los prostíbulos o los kioscos de Palermo, donde el tango tenía predominio sobre los demás ritmos musicales de la época. La mayoría de los nombrados, a excepción de Traverso, estaban registrados en la comisaría de investigaciones como L. C. (ladrón conocido), retratados en la galería pública y fichados en Defraudaciones y Estafas.

Es de suponer que la mayoría de los nombrados han sido bailarines de tango, teniendo por escenario de sus habilidades coreográficas, los patios de los conventillos, las romerías populares o los bailongos de medio pelo, donde el elemento popular era exclusivo.
En los últimos años del siglo pasado, donde nuestros biografiados habían iniciado sus andanzas noctámbulas, el tango era viejo conocido de las clases populares y era ejecutado por músicos anónimos. Para aseverar nuestro concepto, transcribimos fragmentos de una nota periodística de mayo de 1896: "Provistos de flautas, violines y guitarras y al son de un ruidoso tanguito criollo y compadrón, caminaban esta mañana en grupo por la calle de Paso, media docena de individuos alegres". Otra. En los bailes de carnaval de 1898, un cronista apunta: "Las orquestas no han alterado sus programas. Se oyeron las empalagosas habaneras de costumbre... malas, los tangos con quebrada y vericuetos, las mazurcas compadronas y los valses de circo de vida perdurable".
Conste que estamos hablando del siglo pasado y el género estaba perfectamente definido, "tango criollo" y "tango con quebrada", lo que indica no ser una rareza, pues a dos años de diferencia entre una nota y otra, pu­blicada en distintos periódicos, cada cronista sabía de lo que se trataba.
Ubicada la época, aportaremos algunos datos de los personajes nombrados por Cadícamo, dejando constancia que los mismos fueron hallados en la sección policial de los diarios y en los libros de comisaría; por lo tanto lo que expondremos serán hechos y sucedidos en el submundo del delito.
TRAVERSO
JOSÉ TRAVERSO (a) "Cielito", autor de la muerte de Juan Carlos Argerich, hecho ocurrido en la madruga­da del 22 de diciembre de 1901 en el kiosco de Avda. Sarmiento y Vieytes (hoy Adolfo Berro), propiedad de Aqui­les Giardini. (Ver nuestro trabajo "La cosa fue en el 'Tambito' allá por el 900", publicada en Club deTango N° 11, pág. 18/21).
La responsabilidad de "Cielito" en el homicidio de Argerich, como las circunstancias que rodearon al mismo y sus derivaciones posteriores, fueron expuestas en la nota citada, por lo cual prescindiremos de su reiteración.
Los Traverso fueron ocho hermanos, hijos de Agustín Traverso y María Stagno, quien falleció el 31 de marzo de 1906. Los varones fueron: Constancio, casado con Adela Gente; José "Cielito", Luis "Yiyo" y Félix "Felicín" y las mujeres, Luisa, casada con Luis Landoni, Florinda casada con José Leoni, Benedicta casada con Alfredo Baré y Palmira casada con Alejandro Gianoni.
CONSTANClO, el mayor, fue hombre de confianza del doctor Benito Villanueva y tuvo comité aliado del Mer­cado de Abasto, Anchorena 666, domicilio donde fueron velados sus restos el 31 de agosto de 1917, sobreviviéndole sus hijos, María Elena, Alberto, Luisa, Raúl, Nelly y Jorge. Falleció frisando los 50 años de edad.
JOSÉ: A quien le perdemos todo rastro luego del episodio del "Kiosquito", fue indultado en fecha que desconocemos (¿1904/1905?) radicándose en el Depar­tamento de Tacuarembó, República Oriental del Uruguay. Al fallecer su madre, marzo de 1906, participa del mismo como ausente, por lo que suponemos se hallaba en el exilio, estando presente en el sepelio de su hermano Constancio, indicio que se encontraba en Buenos Aires en setiembre de 1917.
LUIS o ALBERTO "Yiyo", amigo y protector de Carlos Gardel, quien quedó a cargo del café O 'Rondeman cuando su padre se alejó del mismo (sospechamos que via­jó a Italia), sito en Laprida 524 (luego Agüero), donde halló la muerte el 22 de julio de 1923.
FÉLIX "Felicín", el menor de los varones y al pare­cer de "pocas pulgas" por lo que vamos a relatar. El lu­nes 1° de junio de 1903, se presentó en horas de la madrugada al agente de facción en la esquina de Callao y So­ler, el sujeto Domingo Escopeta en completo estado de ebriedad, manifestándole que noches anteriores fue arroja­do del café de Laprida y Humahuaca. luego de haber tomado unas copas, por el hijo del dueño de apodo "Felicín" y herido por éste en el brazo izquierdo con una navaja. Requerida su presencia en la comisaría 11a. negó la imputación, quedando en libertad por falta de mérito.
- El lunes 15 de agosto de 1904 es remitido por la seccional 5a. en averiguación a la Comisaría de Investigaciones, de donde informan que no registra antecedentes. En la filiación declara tener 18 años.

El domingo 5 de mayo de 1907, alrededor de las 9 de la noche, comete un homicidio en la persona de Francisco Gattadi, quien de testigo ocasional de un altercado entre otras personas, resultó la víctima fatal. A la hora indicada, en el interior del café de Agustín Traverso, penetró el joven Luis Bosco pidiendo un café a uno de los dependientes; como tardara en ser atendido le hizo el reclamo al mozo Héctor Barranquelle, con quien por tal motivo tuvo un cambio de palabras, dando éste puso fín a la cuestión aplicándole una bofetada en la cara.
Bosco, en lugar de responder la ofensa, se dirigió a su domicilio poniendo al tanto de lo ocurrido a su hermano Francisco, persona bien reputada en la zona y mayorista del Mercado Proveedor, quien se apersonó al citado café para aclarar lo sucedido.
Al entrar encontró sentado alrededor de una mesa al mecánico Francisco Gattadi y acercando una silla compartió la misma, al tiempo que llamaba a Félix Traverso para que le explicara que había pasado con su hermano. Félix contestó que no había pasado más que un cambio de palabras y señalando a Gattadi, agregó:  - "Si éste quiere puede decir la verdad de lo ocurrido". El mecánico sin inmutarse respondió que el mozo Barranquelle le dio una bofetada a Luis; por toda respuesta, Traverso tomó una azucarera y se la arrojó con fuerza a Gattadi, quien replicó la agresión tirándole la taza de café que tenía en la mano, la que fue a estrellarse en la frente de su atacante.
Se produjo el tumulto consiguiente y en medio del desorden se escuchó un grito de Gattadi quien huyó despavorido hacia la calle, ni bien traspuso el umbral cayó sobre la vereda en medio de un gran charco de sangre. La muerte fue instantánea, pues la herida producida por arma blanca le había atravesado el pulmón. Tras cometido el hecho, Traverso fugó sin poder ser detenido por la policía, presentándose en forma espontánea ante el juzgado de instrucción del doctor Frías, el viernes 10, declarando en la indagatoria que no tuvo participación en el homicidio, desconociendo a su vez quién fuera el autor. Quedó detenido e incomunicado en la alcaidía del Departamento de Policía y a disposición del juez interviniente, ignorando nosotros las derivaciones del caso. A partir de allí nunca más hallamos su nombre. Como dato diremos que en el sepelio de "Yiyo", participaron del mismo las cuatro hermanas mujeres, por lo que es de suponer que tanto "Cielito" como "Felicín" habían fallecido.

EL CORDOBÉS

JOSÉ o JUAN OVIEDO (a) "El Cordobés". Re­gistrado como L. C. y retratado en la galería pública con el N° 700.
- El viernes 24 de agosto de 1900, el comisario de la sección 31a. comunica su detención acusado de robar una montura completa a D. Julián Casares; en la misma declara ser oriental, de 41 años, con 5 de residencia en el país, casado, carrero blanco, analfabeto y domiciliado en Hondu­ras 1676. Por la misma causa y en la misma fecha, la jefatura de policía ordena su captura en la orden del día y al dar su filiación dice que es argentino, como de 40 años, bajo, regular, hoyoso de viruela y tiene una cicatriz en la cara.
- El jueves 4 de febrero de 1904, se toma en pelea armado de cuchillo contra tres individuos que lo enfrentan con palos y sillas; en la trifulca hiere a uno en la mano y a otro en la nariz. Al día siguiente es detenido por Personal de la comisaría 23a. donde le hacen sumario por agresión con armas y lesiones.
(Continúa en 2a. Parte - El Noy)


(Publicado en la Revista "Club de Tango" – N° 18, Marzo/Abril de 1966)

26/5/17

Mañana, ese interrogante...

¿Cuál será el mensaje que aportarán los exponentes musicales del Río de la Plata en el futuro?

Aventurarse a vaticinar algo es arriesgado e inútil, porque de un momento a otro alguien puede variar las pautas musicales que rigen en 1980. Pero vale la pena hacer una recopilación de nombres.

Cada momento histórico tiene sus propias características, con contornos bien delineados que le adjudican el rótulo de único. Nada se repite, aunque todo se sucede. Por eso, es aventurado opinar que el tango de la década del ochenta será una reiteración del decenio del cuarenta. En aquellos años, las causas del surgimiento espontáneo de una generación de músicos, poetas e intérpretes tuvieron sus raíces en la faz social como en la económica, espiritual, etcétera.

En la actualidad los ítem mencionados han variado, y con ellos ha variado el pensamiento del ciudadano medio. Por eso, todo intento de recuperar al tango como la expresión que fue en 1940 es en vano. Lo que debe intentarse, en cambio, es el aprovechamiento de los valores actuales, sin mirarse en ningún espejo, y sin preocuparse por la reiteración de hechos, porque la historia se escribe de una sola vez y no necesita de segundas partes. En una somera recorrida que puede intentarse entre los principales exponentes que tienen buenas posibilidades de imponer su nombre y de representar dignamente a nuestra música ciudadana, las menciones personales sobrepasan el centenar. La cifra es vasta y el síntoma, pues, es bueno. La recuperación del tango es un hecho palpable y visible. Y mientras exista un solo intérprete de la música representativa de la ciudad -y del Río de la Plata- habrá que mantener en "la congeladora" el certificado de defunción.

El mañana será un interrogante, claro. Nadie puede asegurar que el tango morirá o que resurgirá con fuerza avasallante. Pero teniendo en cuenta .la recopilación de nombres (advirtiendo que muchos de ellos tienen peso propio, vulgo "gancho"), quien asegure que ese tango se recupera a paso acelerado del ostracismo y de la indiferencia no se habrá de recibir de profeta.

Si la verdad está en la cantidad de nombres (no exentos de calidad, obviamente), hay larga vida asegurada.

El suceso de Rubén Juárez (cordobés nacido en 1947) no es casual. Sus más de doscientas grabaciones en su sello discográfico hablan a las claras de un éxito que no es fortuito ni impuesto. Al "parentesco" estilístico que lo une a la figura de Julio Sosa le ha aportado un fraseo propio y bien diferenciado del intérprete oriental.

Diez años antes de que naciera Juárez, en Santa Fe, salía a la vida Raúl Peralta, quien ya en 1958 era Raúl Lavié. Pasaron muchos años desde entonces, y el intérprete buscó su lenguaje, transitando por estilos diferentes. Hasta hallarlo. De él, se espera, ahora, un tango rico en bajos, con tendencia a bolero (nada de fraseo convencional) y con un caudal de voz sobresaliente.

La figura joven más importante es Guillermo Fernández, Nacido en 1958, prontamente alcanzó su consagración en Canal 9. No obstante, continuamente busca su perfeccionamiento, habiendo logrado ya su masa de seguidores. Su voz carece de matices impropios para la música que está interpretando, y tal vez ésa sea su principal virtud: la falta de exotismo, la autenticidad.

En 1979 se consagró el rionegrino Ricardo "Chiqui" Pereyra, con una voz recia y rica en matices. Sus actuaciones han sido discográficas y teatrales, principalmente, integrándose a elencos de revistas, con lo que la vida nocturna de Buenos tiene una voz cotidiana ya definida. Quienes aguardan su consolidación definitiva -aunque ya aparecen con caracteres diferenciados en el primer plano tanguero son Luis Filipelli (notable por su afinación e inteligente por la elección de un personal repertorio), Hernán Salinas (poseedor de una voz muy particular, con importantes aportes en la radiofonía), Guillermo Galvé (intérprete de personalidad y presencia) y Carlos Alcorta (quien a través de su contacto con el público desde las salas de espectáculos nocturnos trasunta simpatía y denota cualidades).

No menos importantes -teniendo en cuenta sus perspectivas- son Jorge Guillermo (aguardando tal vez el momento que lo lance masivamente), Carlos Boledi (de agradable color de voz), Rodolfo Morales (uruguayo que ha tenido acceso al disco), Eduardo Espinosa (poseedor de una dicción rica en matices), Francisco Llanos (quien a través del disco insinúa sus condiciones), Rubén Guerra (en la búsqueda de un estilo que lo distinga), Héctor Blotta (con una vasta experiencia en teatros), Eduardo Fratta (recientemente reiniciado como solista, esperando su gran oportunidad), y -en un plano de igualdad con los mencionados anteriormente-, también integran la extensa nómina Alberto "Chino" Hidalgo (pese a pertenecer a la "generación intermedia", aún se espera mucho de él), Norberto Roldán, Gustavo Nocetti, Walter Gutiérrez; Carlos Cristal, Reynaldo Martín, Jorge Rolando, Jorge Hidalgo, Rodolfo Lemos, Alfredo Dalton, Enrique Lear, Horacio Casares, Rubén Améndola, Héctor Dario, Carlos Nogués, Roberto Echagüe, Marcelo Paz y Carlos Gari.

Tal vez no todos estos nombres le sean familiares al aficionado al tango. Pero -pese a que en 1980 muchos de ellos no se han consolidado- conforman plenamente las expectativas. Y aseguran la riqueza interpretativa de nuestra música popular.

En mujeres hay nombres excluyentes y que no necesitan presentaciones. Alejada de todo lo convencional, y con notoria repercusión en diversas salas de Francia, aparece Susana Rinaldi. Su música apunta hacia un público profano en tango; de allí el deslumbramiento inmediato de ese público. En contraposición total, se sigue manteniendo, con su voz fresca (pese a que en 1981 cumplirá setenta años) y su sensibilidad, Nelly Omar. Una intérprete que ha reencontrado la cima, luego de años de inactividad o de retracción. Afortunadamente para el amante de lo popular, ha vuelto.

Quizás el punto medio entre ambas sea Virginia Luque. Heredera de Azucena Maizani, su voz transmite una profunda emotividad. En marcos orquestales algo sofisticados, la intérprete resiste cualquier prueba vocal, por dura que sea, lo que demuestra su ductilidad para abordar cualquier repertorio.

La renovada Nelly Vázquez (que ha tenido sus mayores éxitos en diversos países de Sudamérica), con un acento similar al de la Rinaldi, también ha ganado el favor popular. El reverso de la moneda es la surgente Josefina, quien luego de lanzar a la venta su primer LP, cultivando una temática tradicional, aguarda ser "descubierta" por el gran público.

No puede soslayarse el nombre de Gloria Díaz, permanente grabadora de éxitos, con continuas incursiones en la televisión. Ni el de María Garay, tal vez la voz mejor dotada de todas las intérpretes femeninas. Ni de Rosanna Falasca, quien luego de su consagración ante las cámaras de TV mantiene su popularidad a través de discontinuas apariciones. Ni de Graciela Susana quien -huelga comentario- ha establecido un contacto directo con el Japón, ha fortalecido esa plaza y ha consolidado un estilo particular que hurga, más allá del tango, en otros ritmos tradicionales.

El futuro también tiene nombres propios: son María Graña, María José, Simonette, Isabel Gil Arenas, Gigi De Angelis, Roxana Morán, Cristina Viñas, Mariel Córdoba, María Teresa. Todas ellas aguardan también su "gran" momento, tal como lo han tenido las consagradas que siguen activas: Olga Delgrossi, Blanca Mooney, Nelly Duggan, Ruth Durante, Rosita Quintana, Beba Bidart y otras.

¿Qué música nos depara la década del ochenta? Es evidente que la influencia de Piazzolla abarca a todos. Son muy escasos (se diría que se cuentan con los dedos de una mano) quienes se evaden del influjo del bandoneonista que revolucionó las estructuras musicales del tango. Por eso, no es descabellado asegurar que los principales cultores de este género serán aquellos que bordeen el estilo piazzollano, tal como se viene realizando en los últimos años.

Hasta el puntal del tango costumbrista, el máximo exponente de una música que ya no pretende ser bailable, el gran eslabón entre dos generaciones, Osvaldo Pugliese, tiene reminiscencias del creador de "Nonino". Negarlas sería inútil. No obstante, el pianista sostiene, con su estilo "yumba", con su marcación rítmica única y exclusiva, la vigencia de un tango rico en valores musicales.

¿Otro con el arrastre de Pugliese? Habría que buscarlo en otra vereda: es Héctor Varela. Sus composiciones no pretenden tener el "fuego sagrado" de los creadores. Desde ya, no tiene ni pizca de Piazzolla. Varela, con una fórmula sencilla, con un ritmo bien delineado y un repertorio pegadizo, ha tenido inmediata aceptación en el gran público. Ha atraído gente tal vez como ningún otro. Ha trascendido.

Con algo de Vivaldi -y otro tanto de otros músicos de escuela-, Atilio Stampone se ha alejado de las partituras originales para darle vuelo a su imaginación y a su talento. En muchas de sus grabaciones aparece también el notable ejecutante de piano, en solos que también permiten el lucimiento de violines.

Dos duplas directrices han encontrado al fin su brújula. La conjunción Ernesto Baffa-Osvaldo Berlingieri (en realidad, desde hace varias temporadas sostienen una línea definida) y la orquesta de Leopoldo Federico (con José Colángelo), con un LP editado en 1980 que los encuentra en "su" lenguaje.

Subsiste también quien -sea en grabaciones como en presentaciones masivas- ha tenido menos adherentes entre el gran público, infortunadamente: Horacio Salgán. El excepcional pianista, poseedor de un estilo apasionante (ya que hurga en las posibilidades expresivas de la composición sin desvirtuarla), pese a sus arduos años de labor -y pese al notable afiatamiento logrado con otro virtuoso, el guitarrista Ubaldo de Lío-, sigue esperando que lo redescubran.

Entre los renovadores, se extiende la inactividad de Rodolfo Mederos, mientras que se desconoce el camino que transita otro bandoneonista, Juan José Mosalini. No es el caso de Osvaldo Piro, cuyo éxito es ya indiscutible. De más está decir que tanto el Sexteto Mayor (Mario Abramovich, Mauricio Mise, Enrique Díaz, Juan Mazzadi, y sus conductores José Libertella y Luis Stazo), como el Sexteto Tango (Osvaldo Ruggiero, Víctor Lavallén, Oscar Herrero, Emilio Balcarce, Julián Plaza y Alcides Rossi) ya tienen un sitial bien ganado dentro del favor popular. Así como lo tienen el notable bandoneonista Néstor Marconi. Con su trabajo de años, y sus éxitos imperecederos, prosiguen con suerte dispar Armando Pontier, José Basso y Alfredo De Angelis.

La faz autoral del tango se sostiene con los mismos pilares que la elevaron años atrás: Eladia Blázquez (fundamental), Horacio Ferrer (quien además ha volcado sus experiencias en un libro de notable perfección editado en Francia), Chico Novarro (cuando no se dedica al género melódico), Héctor Negro, Juanca Tavera, y -en la faz compositiva- Osvaldo Tarantino, Raúl Garello, Daniel Piazzolla, Héctor Stamponi y otros.

Este es el tango de hoy, 1980. El tango que espera ser perpetuado. El tango que busca un lugar dentro de la historia. Una historia que ya lleva un siglo de existencia, y que aún tiene muchas páginas en blanco para ser llenadas.

Nada se repite en esa historia: todo se sucede. En 1980 las condiciones para difundir el tango son diferentes de las que existían cuarenta años atrás. Por eso la música es distinta. Por eso sus exponentes han creado un lenguaje musical poco común para el ciudadano mayor de cuarenta años. Pero es que Buenos Aires está creando "su" idioma para las nuevas generaciones.
 
Y si el bandoneón de Piazzolla suena distinto que el de Maglio, si el piano de Salgán ya no es el mismo que el de Carlos Vicente Geroni Flores, si Antonio Agri no tiene puntos de contacto con Tito Roccatagliatta, es porque esta ciudad, que ha consagrado a todos ellos, los ha aplaudido con unción, sigue su marcha. Y cambia todos los días. Como sus nombres... Como está, cambiando hoy su música: el tango.
 
Publicado en "Tango-100 Años de Historia" - Vol. II, Abril 1992 (Págs. 753/763). 

14/5/17

El huracán

Edgardo Felipe Valerio Donato, nativo del barrio de Monserrat y criado en Montevideo, fue de chico violinista en la orquesta de su padre. Luego formaría la propia, con el uruguayo Roberto Zerrillo y, cuando éste viajó a Europa en 1931, acompañando a Azucena Maizani, se encargó de su dirección. Sus tangos más memorables son A media luz, Julián, Muchacho, T.B.C., Se va la vida y, naturalmente, su notable El huracán.
 
En la década del '70 la música popular argentina fue llevada al teatro Colón, en una velada organizada por SADAIC. Se hizo entonces bastante ruido. Unos lo hicieron porque les parecía una gran conquista que la música popular de Buenos Aires y del interior llegara por primera vez -así lo creían- a un teatro tan prestigioso y exclusivo. Otros, en cambio, supusieron que ésa era una profanación capaz de estremecer las tumbas de Verdi o de Toscanini; que cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa, y que llevar a Rivero al Colón era más o menos lo mismo que llevar a Maria Callas al Viejo Almacén...
 
Como siempre, la verdad estaba en el medio. Seguramente no habría estado mal que María Callas cantara, alguna vez, en un lugar de tangos para contribuir a evitar que alguna gente frecuentadora de esos lugares supusiera que el arte se agota en el tango. (Por otra parte, ya se sabe, gloriosas figuras del ballet internacional no han tenido a menos exhibir sus pas de deux y sus pas de quatre en el Luna Park). Y no estuvo mal que el tango y la baguala asomaran sus narices al Colón, aunque más no fuera para recordar que toda expresión cultural tiene su origen en el pueblo, y que ni el Colón tendría su cúpula pintada por Soldi sin los ladrillos de sus cimientos, ni allí se escucharían sinfonías si alguien, hace ya unos cuantos siglos, no hubiera comenzado soplando una caña para obtener sonidos. La cultura popular admite dos vertientes: por una de ellas, las grandes expresiones de la cultura universal llegan al pueblo; por la otra, los productos culturales del pueblo se refinan y enaltecen hasta convertirlos en grandes expresiones de la cultura universal. Para lo cual puede ser útil acercarlos a ellas, llevándolos al teatro Colón, de vez en cuando.
 
Todo esto viene a cuento de un tango que se estrenó en el teatro Colón, en el año 1932. Ese año las Damas de Beneficencia organizaron allí, en el mismísimo Colón, la Fiesta del Tango, que fue en realidad un concurso. El primer premio se lo llevó Ventarrón. El segundo lo obtuvo El huracán, con música de Edgardo y Osvaldo Donato y letra de Nolo López. El huracán, ya se sabe, es un tango descriptivo. Los Donato se propusieron imitar, con los instrumentos de su típica, el desarrollo de una tormenta; proeza intentada ya, como nadie ignora, por un señor natural de Bonn, llamado Ludwig van Beethoven en el cuarto movimiento de La Pastoral. Don Roberto Firpo se había inspirado en la misma sinfonía para componer su tango El amanecer, en el que se oye gorjear a los pajaritos encerrados en las cajas de los violines. Pero la tormenta de los hermanos Donato, a diferencia de la de Beethoven, debía ser una tormenta que pudiera bailarse. Y la verdad es que consiguió hacerla muy bailable, sobre todo cuando Juan D' Arienzo tomó al huracán y lo sujetó al ritmo de su orquesta, que es el ritmo de un huracán controlado.
 
Además de Edgardo Donato, aquel que fuera violinista de su padre en los comienzos y luego pasara a ser autor de temas populares como A media luz, Julián y T.B.C., escribió la música su hermano Osvaldo, cuya repercusión fue menor que la de Edgardo. Pianista del conjunto Donato-Zerrillo, fue además autor de varios temas, entre los que se destaca De punta a punta.
 
La letra de El huracán fue escrita por Nolo López, o Manuel López, un ex actor de no olvidada actuación junto a Pablo Podestá, junto a Enrique Muiño y a Elías Alippi, y veterano poeta popular. La primera letra de Nolo López data de 1914 y es la que escribió para el tango Náufragos, de Enrique Saborido, tío de su mujer. Cuando le tocó poner letra a El huracán, reincidió en el viejo tema del amor traicionado que, con diversas variaciones, ha venido repitiéndose durante más de cuarenta años. La letra de Nolo López ha sido, sin embargo, menos perdurable que la música de los Donato. El huracán fue el número fuerte de los famosos espectáculos del teatro San Martín que se transmitían por la radio La Voz del Aire, en la versión de Donato y el boxeador y chansonnier Félix Gutiérrez.
 
En Tango-100 Años de Historia